domingo, 16 de diciembre de 2012

El músico a prueba de balas (II): El estudio mecánico


El estudio mecánico

¿Has escuchado a alguien mientras estudiaba música? ¿Te has escuchado a ti mismo alguna vez? Haz la prueba.

Probablemente notarás que la mayoría de las personas estudiamos sin ton ni son: o bien nuestro estudio se basa en la repetición (“practica este fragmento 10 veces”, “practica esta pieza durante 30 minutos”) o bien estudiamos en modo “piloto automático”:  tocamos hasta que oímos algo que no nos gusta, paramos, repetimos el fragmento hasta que suena mejor, continuamos hasta oír el siguiente fallo y repetimos el proceso otra vez. Si nos preguntan por qué paramos, explicaríamos quizá que “estábamos desafinando” o que “no sonaba muy bien”, pero si nos pidieran más detalles (por ejemplo, qué notas exactamente estaban desafinadas, cuánto y en qué dirección) no podríamos precisar. Esto es un indicio seguro de que estábamos estudiando de forma mecánica.

Este método de estudio va a ocasionarnos tres problemas:

  •  Es una pérdida de tiempo. ¿Por qué? Porque si estudiamos de esta manera estamos aprendiendo muy poco: podemos seguir repitiendo día tras día la pieza y comprobar que no ha mejorado mucho. De hecho, con este sistema lo que estamos haciendo es memorizar hábitos indeseables y vicios, que luego serán mucho más difíciles de corregir.
  • Genera inseguridad. ¿Por qué? Porque no estamos identificando las acciones que debemos realizar para tocar como deseamos, y por lo tanto, no tenemos ni idea de por qué el mismo fragmento suena muy bien a veces, y otras veces no. Esto causará que nos pongamos muy nerviosos, sobre todo cuando se acerca algún concierto importante. Incluso si conseguimos un porcentaje de éxito alto (digamos un 75% en los pasajes más difíciles), nuestra confianza no va a aumentar. La seguridad en una actuación viene de saber que somos capaces de hacerlo bien el 100% de las veces, y que esto es así, no porque tengamos un buen día, sino porque sabemos  exactamente qué debemos hacer (desde un punto de vista técnico) para conseguirlo. En resumen, si estudiamos de forma mecánica y luego intentamos tocar de forma consciente en una actuación, no es probable que tengamos éxito: si todo el estudio se realizó mecánicamente, no vamos a saber qué tenemos que hacer para tocar la obra. Simplemente, no sabemos qué instrucciones dar al cerebro.
  • Es muy aburrido: practicar de forma mecánica, sin pensar y sin utilizar nuestra creatividad es tan divertido como lavar los platos o planchar la ropa. Por eso parece un trabajo. La música es, probablemente, la única actividad en la que la habilidad se mide en tiempo. Todos hemos tenido profesores que nos dicen “Vete a casa y estudia este fragmento x veces, o estudia x horas”, ¿no es así?  Pero lo que necesitamos son objetivos más específicos, como “Vete a casa y estudia esta obra hasta que suene como…”, o “practica esta obra hasta que averigües cómo hacerlo sonar como…”  Después de todo, realmente no importa cuánto tiempo pasamos estudiando. Solo importa si sabemos producir los resultados que queremos, y si podemos hacerlo cada vez que sea necesario, en todo tipo de situaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario